Echar de menos y no echar de más.
Me nace hablar de la pareja, me nace hablar de las razones por las que las parejas acaban separándose cuando permanecen demasiado tiempo juntos…
Me da mucha pena que no seamos capaces de solucionar los “conflictos” que nacen en lo cotidiano y que acaban siendo los que destruyen las relaciones por acumulo de toxicidad.
Dejar estar, evitar el enfrentamiento, la justificación por defecto, son algunas de las acciones que van dejando poso nocivo en nosotros, y es este poso el que acaba lapidando la relación, con lo que se podría decir que somos nosotros mismos con nuestras continuas cesiones y anulaciones los que decidimos salir por nuestro propio pie de la relación, o en el lado contrario, nos dejan porque dicen que hemos cambiado… no hemos cambiado, pero la mentira y mascara que nos ponemos para agradar al otro no es sostenible y acaba dejando paso a la verdad, esa que ya no nos cuadra porque no esta dentro de nuestras expectativas.
Nos pasamos la vida buscando esa media mitad que nos han vendido que está por ahí en algún lugar, y en el tiempo que dura esa búsqueda del amor para toda la vida, nos alimentamos de canciones llenas de amor egoico, de películas románticas que lo único que nos muestran es el momento de enajenación emocional, de enamoramiento y que, llegado el momento de mostrarnos el verdadero amor, si es que lo hubiese, nos funden a negro y nos gritan… THE END.
El final… si… del amor cegador, del vivir “encocados” y borrachos de ilusiones, fabricando expectativas que en poco más de un año se irán caducando dentro de nosotros, y con ello llegará la decepción hacia el otro, los reclamos de atención y el ego se mostrara en todo su esplendor, matando la pareja, matando ese amor que desde ese mismo ego nació.
Somos egocéntricos de pensar que alguien ha de cambiar a favor de nuestras peticiones y necesidades individuales.
No seré yo el mejor ejemplo de camino a seguir, pero sí lo soy de los caminos que no hay que seguir… o sí… porque para llegar a entender que el amor va mucho más allá del tener razón, la exigencia, la posesión, las lágrimas… he tenido que ir saltando de fracaso en fracaso… aunque bendito error el que ha sido capaz de hacerme despertar, de convertirme en ese aprendiz de persona espiritual y consciente capaz de amar desde la esencia, dando a los demás el amor que primero me he dado a mí.
Tengo 36 años y un bagaje acumulado de las experiencias y errores cometidos en mi vida de pareja. Creo, visto en la distancia y con otra perspectiva, que el mayor error que he cometido en mis relaciones de pareja es dejar de ser yo para complacer al otro. Poco a poco y queriendo evitar el conflictos, presa del apego que me generaba el temor al abandono, iba “regalando” cada una de las opiniones y decisiones que hubiese tomado si me hubiese respetado a mi misma.
De alguna forma he descubierto que evitando que me dejasen, he sido yo la que a abandonado a sus parejas por haber dejado de ser yo.
Esto me llevó a pensar y decidir que la pareja que tuviese, habria de respetarme tal cual soy, con mis luces, pero sobre todo con mis sombras… pero antes de eso, tendría que aprender a respetarme yo a mi misma, si el fin es estar con una persona que me ame como soy, no puedo si no aprender primero a darme el amor que me merezco en primera persona, y ahí estamos, creciendo.
Nos da miedo hablar y mostrarnos vulnerables, nos da miedo que nos hagan daño, quedar presos de una persona y de una forma de vida en pareja.
Partimos de una línea de salida en la que nos dejamos emborrachar por ese amor romántico, que por otro lado a mi me encanta, ese enamoramiento que nos nubla la vista y que nos hace verlo todo perfecto, no nos planteamos en una de nuestras citas con nuestra recién estrenada pareja proponer una dinámica basada en la escucha y el respeto por el otro compuesta de preguntas básicas para la construcción de una base sólida en una relación, o al menos, para saber las necesidades y momento que vive la otra persona… jugar a las adivinanzas en las relaciones no suele dar buenos resultados, mejor hablar las cosas con total transparencia - ¿cuál es tu momento? ¿buscar una relación en la que compartir buena conversación y escapadas a cenar o solo quieres una relación en la que tengamos sexo y ningún tipo de compromiso? ¿quieres tener una relación monógama o poliamorosa?¿relación abierta o tradicional?
La cantidad de preguntas que se pueden hacer son infinitas, y, dependiendo del tipo de relación que vayas a empezar con esa persona, enfocar en una dirección u otra.
Podría extrapolarse esto a las relaciones mas o menos formales en el ámbito sexual, es un aspecto importante e imprescindible para que las relaciones funcionen de la forma adecuada y con absoluto respeto por nosotros mismos y nuestra salud. La comunicación en la cama es vital, pero nos parece una “aberración” y una cortada de royo preguntar a nuestro “amante” sea pareja o no, si hace mucho que se ha realizado unos análisis de ETS, o si le gusta una practica u otra…
No somos capaces de comunicarnos por miedo…
Las carencias comunicativas se hacen patentes también con la sensación de echar de más en vez de echar de menos. Todos los autores que he tenido el placer de leer hacen especial hincapié en este aspecto. Si pasamos demasiado tiempo con nuestras parejas, si no respetamos el espacio que cada uno ha de tener para su ocio, descanso y trabajo personal, corremos el riesgo de echar de más, y cuando echas de más casi con toda seguridad estas echando de menos tu espacio, tu momento, tu vida como individuo fuera de la pareja, y eso, solo lo soluciona la comunicación.
Hablaré en primera persona cuando confirmo que cuando se honra el tiempo de los demás y el tuyo mismo, las relaciones funcionan mucho mejor, son más autenticas y en definitiva menos opresoras.
Durará lo que tenga que durar, pero se habrá vivido desde el respeto y la comunicación, y de la misma forma se pondrá fin de darse el caso, no tiene sentido pensar que la pareja y relación que tenemos con una persona a día de hoy vaya a ser la misma que necesitemos o que nos haga crecer en un futuro, las personas evolucionamos, aprendemos y andamos un camino en el que no tiene porque estar la misma persona, al menos no como la pareja que ha sido hasta ese día.
Hay tiempo para todo, y aunque parezca complejo mantener la “distancia” y respetar el espacio de cada uno en 50 metros de piso sin terraza, si hay buena comunicación y respeto, se pueden establecer espacios y tiempo para todo. Yo adoro estar en mi oficina y mi pareja podría pasarse horas meditando y leyendo en la habitación. ¿Y las niñas? De eso hablaremos en otro momento pero incluso ellas, son capaces de entender de la importancia del espacio de cada uno.
Echar de menos y no echar de más.