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Yo, no sé meditar

Yo, no sé meditar

La palabra meditación y yo  nunca hemos tenido demasiada buena relación. Nunca nos hemos puesto de frente y la he negado, simplemente he hecho como si no existiera, como si formase parte de la vida y vocabulario de otras personas.

Escuchar la mente, o dejarla en blanco… ¿qué sentido podría tener eso?

Desde muy joven he disfrutado de vivir metida en una espiral de generar, hacer, producir, ganar, perder, tener… ahí, la parte que no es tangible tiene poca cabida, y el silencio mental es un absoluto desconocido.

Un día cualquiera, de esos en los que te levantas y crees que todo seguirá igual, tu vida te para con un ataque de ansiedad. Al final, estaba acumulando más de lo que era capaz de gestionar.

Enfocada en aprender a vivir con tal descomunal cúmulo de información y de problemas de mayor o menor relevancia, descubrí que lo que tenía dentro de mí era un cuello de botella que no dejaba salir nada de lo que tenía dentro.

Fue entonces, hace algo más de 15 años cuando tuve mi primer contacto con una profesional que me hablo de “canalizar” para poder afrontar lo que estaba viviendo. Y canalizar no es otra cosa que parar y observar cómo responde la mente para que desde la tranquilidad, se puedan ir sacando las cosas que nos generan un peso extra y no nos dejan continuar.

Para esos entonces llegó a mi vida el libro “La buena crisis” de Alex Rovira, desde entonces nada ha sido igual en mi vida.

Pero yo, no se meditar.

Cambié de ciudad y de vida, dejé atrás familia, amigos, hogar y cientos de miles de experiencias, me marché sin mirar atrás, aunque a veces cuando vuelvo a mis raíces, siento que de alguna manera nunca me fui. Deje todo atrás, pero me lleve mi estilo de vida, el mismo estilo que me acorralaba continuamente y me esclavizaba. Querer ser la mejor y llegar más alto tenía un precio que merecía la pena pagar, al menos eso creía.

Unos cuantos años después de mi llegada a la capital, una hija y embarazada de la segunda, vivo mi segundo bloqueo y ataque de ansiedad,  conduciendo y en pleno trayecto al trabajo pierdo la vista, a una velocidad de 60km/h los segundos parecen horas para unos ojos que no pueden ver y para un cuerpo en el que se activa el modo bloqueo por “peligro”… la vista volvió, así como los dos años sin conducir fuera de la ciudad por miedo a que volviese a pasar.

De nuevo el cuerpo me había dado un aviso.

Con el tiempo descubrí que por más insistencia que hubiese por mi parte de no escuchar a mi cuerpo, de no entender a mi mente, jamás podría obrar de forma paralela, ya que todo es uno y lo que afecta de una u otra forma a una de las partes, arrastra al resto.

“Si tu cambias, todo cambia”, había escuchado esta frase infinidad de veces, pero sinceramente, nunca le había prestado mucha atención, pero decidí probar  y actuar en pro de lo que decía…

Comencé con el cambio y de forma casi mágica empezaron a aparecer en mi vida todo tipo de maestros, coach, psicólogos, instructores… cada uno con un mensaje, cada uno con una enseñanza…

Pero yo, no se meditar.

Aparece entonces mi gran maestro, que, sin saberlo, me hace de ejemplo y me inicia en lo que de lejos pareciera ser una vaga intención de meditación…

Demasiada actividad dentro de mi cabeza…

  • -Tienes muchas cosas que hacer para estar aquí parada sin hacer nada…
  • -Que pérdida de tiempo tan grande
  • -No vas a conseguir dejar de pensar en todo lo que tienes que hacer
  • -Esto no es para ti, eres una ingenua si pensaste por un momento que funcionaría
  • -Puedes quedarte aquí parada o ponerte a producir…
  • -Parar es un lujo que igual no deberías estar tomándote en este momento…

Entre tanto, aparece por casualidad el libro “El disfraz el meteorito” de Cris Novela y si bien el libro llamó mi atención por abrirme los ojos en cuanto a la obsesión que tenemos en esta sociedad por mostrarnos de una forma muchas veces poco real y creernos además esa imagen falsa de nosotros mismos, pero que encaja a todas las escalas dentro de los círculos y estándares, fue el proyecto que hay escondido detrás del mismo el que me hizo creer en el poder de la mente.

La vida me regaló poder tomar café con Cris, que es un baúl lleno de magia la mires por donde la mires… puedes creer o no en su espiritual estilo de vida, cuestionar sin pruebas la eficacia de su método, puedes envolverte en el desconocimiento que nos hace verter juicios… pero hay algo que no puedes hacer cuando la tienes delante, sentirte indiferente.

He conocido pocas personas que como ella te miren de frente largos minutos mientras hablas, ese tipo de personas que parecieran tener el poder de ver lo que tienes dentro con solo observarte, ese tipo de personas que dan luz a toda ser que tocan… Cris es ese tipo de personas, calmada, cercana.

-Voy a subir unas meditaciones en The Wake Up Concept  a las redes sociales, igual podrías ver que tal te funcionan –  me sugirió

-Yo, no se meditar – repliqué

Pleno confinamiento, más de 18 días encerrada en 60 metros de piso, con algo más de 5 ventanas por las que dejar entrar la luz y el aire… 18 días compartidos con dos almas inquietas de 4 y 6 años… 18 días en los que se necesita algo más que buena voluntad para encontrar la paz y el equilibrio en el caos.

Ahí estaban aquellas meditaciones, seguidas de un breve y modesto mensaje que conseguía hacerte pensar largo rato después de escucharlo… ahí estaban sus meditaciones guiadas, sostenidas por una música capaz de transportar a otra dimensión a cualquiera que se diese la oportunidad de parar y dejarse llevar.

- Yo, no se meditar Cris, he conseguido un estado de relajación enorme, he repetido cada meditación varias veces y lejos de conseguir “meditar” lo único que he conseguido es sentirme en paz durante ese rato en el que escuchando tu voz a parecido pararse el tiempo-  envié en una nota de voz a Cris 

-Si te relajas es precisamente porque consigues esa conexión energética Bea, y ese  es precisamente el resultado. Tu versión más pura es la que está en paz con todo. ESA es tu esencia. A que molas mucho? Y lo mejor… a que no te conocías?-

- Yo, no se meditar, pero he meditado -



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Círculo de Mujeres

Circulo de Mujeres​

​el poder alrededor de una hoguera


Necesitamos volver al pasado, a nuestro estado más primitivo para conectar con nuestra esencia de mujer, con nuestra visión grupal, familiar, de tribu.

En estos tiempos en los que prima la individualidad, el autoconocimiento, el andar en pro de nuestro propio beneficio y el de los nuestros, no podemos olvidar la importancia de sentirnos dentro de un núcleo, tribu o grupo social.

Ayer, de nuevo Gemma me sorprendió con uno de sus talleres llenos de magia.

16 mujeres alrededor de una hoguera de altas llamas sintiéndose libres, sintiéndose poderosas, sintiendo el apoyo y sostén de otras mujeres. Ayer participé por primera vez en una tribu de mujeres, un circulo de hembras, féminas, damas, señoras, señoritas, doncellas, muchachas, mozas, chicas…mujeres, honrosas mujeres.

Me tranquilizó mucho escuchar a todas las componentes del círculo, cada una de un lugar diferente, cada una con una misión de vida diferente, cada una única e irrepetible, cada un especial y diferente de la otra. Es ese tipo de cosas las que hacen ricos estos lugares de acompañamiento femenino. Me emociona ver la cantidad de “poderes” que se pueden enumerar solo por el sencillo hecho de ser mujer, y me centro en las mujeres por ser este un circulo femenino.

Desde que empecé con mi crecimiento personal y mi trabajo de auto conocimiento, he venido observando la desconexión que tenía con otras mujeres, mi individualidad en ese aspecto, mi desarrollada  esencia masculina enfocada al deber, mi álter ego de mujer madre, creativa, emprendedora y auto suficiente. Si bien siempre he sido amiga de mis amigas, nunca he acumulado gran cantidad de ellas, y siendo mis hermanas las que han encabezado las listas a lo largo de mi vida, he tenido poca necesidad extra de pertenecer a “grupos” de mujeres. Fue el momento de ser madre el que me dió el primer impulso a buscar la empatía y el soporte de otras mujeres que como yo, vivían cosas a las que no siempre sabemos hacer frente.

Siguiendo la línea básica del ser humano perfectamente imperfecto, necesité verme encerrada y contra las cuerdas para empezar a valorar que los grupos de mujeres y las tribus que se formaban en torno a diferentes temas y estilos de vida, eran más que algo enfocado a personas espirituales y de forma puntual en la vida de una mujer.

Ahora, formo parte de diferentes grupos tanto mixtos como de mujeres, de diferentes culturas, países e ideales, y aunque sigo acumulando un puñado de amigas especiales con las que comparto mucho más que circulo común, estoy encantada de la oportunidad que en esta ocasión Gemma Cazorla me ha brindado de sentirme como en casa. Acompañada de grandes mujeres con las que compartir todo el poder de la esencia que contenemos como energías femeninas.

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Ser mujer, SER MADRE

El arquetipo de la madre.

La madre, la amante, la fase ovulatoria o la luna llena…

Todas hacen referencia a ese momento en el ciclo de la mujer en que a mi modo de sentir, somos “mamá gallina” y no solo por que tengamos hijos, sino porque también tenemos madre, porque tenemos ese sentimiento tierno de cuidar a los nuestros.

Acompaña el curso de la semana un cuento maravilloso que adjuntaré narrado por la misma Gemma para que podáis inundaros de la mágia que contiene en sí mismo, más allá de creencias varias. El cuento es el de la mujer árbol. (Escuchar Cuento

Nos regala Gemma entre muchas otras reflexiones en su curso Nútrete para Nutrir, una canción final para reflexionar.

Esta semana será ahí donde me detendré, y en lo que me gustaría hacer hincapié. Soy madre, y bien podría detenerme en mi propia maternidad, pero escuché aquella especial canción y todo me indicó que de quien quiero hablar no es de mí como madre, sino de mí, como hija hacia su madre.

Me vienen recuerdos de la que creo ha sido una de las épocas más duras a nivel de desarrollo emocional, la adolescencia que viví, y no solo viví, sino que hice “padecer” a mis padres, en especial a mi madre.

Ahora, visto en la distancia, me avergüenza la idea de recordar que hubo un tiempo en que odiaba a mi madre, la odiaba profundamente.

Esa mujer que todo lo criticaba, que siempre hablaba en imperativo. Esa mujer que me cuestionaba, censuraba y que me hacia la vida imposible. Esa mujer que no era justa conmigo. No era yo tan mala malísima, ni tan rebelde, ni tan contestona y “respulera”… o eso pensaba desde lo más profundo de mis adentros. A pesar de todo siempre estaba ahí para mí.

Era, aunque no fuese consciente, una adolescente de manual, de riguroso manual, pero yo no me sentía así. Sentía que era una incomprendida y que a pesar de que a mis hermanas también se les exigían determinadas tareas de convivencia, las mías siempre eran más duras y estrictas… o eso creía. A pesar de todo siempre estaba ahí para mí.

Me escapé varias veces de casa, con la supervisión de mis hermanas, éramos una piña y a pesar de que no siempre estaban de acuerdo de las decisiones inmaduras que tomaba, siempre me apoyaron, me hice un piercing en el ombligo siendo menor y acudiendo sola y a escondidas a hacérmelo, eso supuso una grieta enorme en la confianza que se había depositado en mi, si es que alguna vez se confió en mí, o eso pensaba. A pesar de todo siempre estaba ahí para mí.

Creo que fui acumulando decepción tras decepción en mis padres, fui la primera en suspender un examen, la primera en repetir un curso, me fui a estudiar fuera porque quería bailar  y tiré un año entero a la basura a costa del esfuerzo económico que mi “capricho” suponía para mis padres, suspendí el carnet de conducir,  me casé joven y me divorcie a los dos años…  una joya…

Nunca entendí porque mis padres eran tan “censuradores”, no lo entendí hasta que me independicé, y eso fue pronto porque necesitaba salir de un lugar en el que no consideraba que se respetasen mis “derechos” ni “libertades”.

Maduré, y empecé a ver con perspectiva. Empecé a conocer el miedo que movía a mis padres a la hora de educar a sus hijas, entendí el dolor que cada fracaso que yo vivía también lo padecían ellos. Maduré y entendí cada uno de los pasos que dieron mis padres, que dio mi madre, todos y cada uno de ellos.

Ahora soy yo la madre y no creo saber hacerlo mejor de lo que lo hizo ella conmigo. Es más, espero que llegado el momento, sea yo la que tenga la entereza que demostró ella siempre frente a sus hijas en pro de que fuesen las mujeres que son hoy.

Es en buena parte gracias a ella que somos mujeres integras, responsables, amorosas con los nuestros, empáticas, luchadoras y sobre todo libres, somos mujeres libres, como siempre lo ha sido ella para nosotras y es ahí donde reside la grandeza de una madre para sus hijas.

A día de hoy sigo acumulando aprendizajes y éxitos en mi vida, sigo siendo la hija que arriesga para ganar, la que no teme a nada y sigue adelante, por un camino que aprendió del mejor ejemplo que tuvo, tiene y tendrá en su vida, su madre.



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El tiempo, es lo que haces con EL TIEMPO

     El tiempo, es relativo. 

    El tiempo, es lo que haces con el tiempo.


Con independencia de la situación particular de cada familia, en las que hay personas más o menos mayores, con diferentes grados de riesgo.

Con independencia de que a causa de todo esto nos metamos en una crisis hasta ahora no conocida… con independencia de todo esto quisiera hacerme eco en el “cómo” vivimos el “regalo del tiempo”.

El tiempo… esa palabra que hace referencia a algo relativo, y diré relativo porque depende de cada uno el cómo se viva.  Si bien es el mismo para todos y 60 segundos siempre serán 1  minuto, seas de la clase social que seas y vivas donde vivas, es una realidad que hay quien ve en esos segundos un momento efímero sin más y hay quien ve un puñado de oportunidades por cada segundo que pasa en su reloj. El tiempo, es relativo. El tiempo, es lo que haces con el tiempo.

Pedimos tiempo, es comúnmente conocido como el bien más preciado del ser humano del primer mundo, no tenemos tiempo, o si, pero lo seguimos reclamando, porque el que se nos ha dado a todos por igual lo tenemos invertido en cientos de miles de cosas que hacer y que atender, muchas de ellas sin sentido. Una de dos, o no sabemos aprovechar el tiempo o sencillamente no está equilibrado el número de cosas que hacer con las horas de las que disponemos al día.

Sea como fuere, nos pasamos el tiempo reclamando más tiempo.

Tiempo para estas con nuestras familias

Tiempo para leer, escribir, bailar, cantar…

Tiempo para tener una buena conversación con nuestras parejas…

Tiempo para compartir con tus hijos…

Tiempo para cocinar y comer disfrutando sin prisa…

Tiempo para meditar, tiempo para descansar…

Queremos más tiempo, y nosotros por si solos no somos capaces de sacarlo de ningún lado, todo lo que compone nuestra vida ocupando minutos y horas, por lo visto, es imprescindible… Y de repente, un día, TODO SE PARA.

Se nos regala tiempo, y no por una causa que nos agrade ni por la que nos alegremos, pero se nos regala tiempo, y entonces, la misma ansiedad que nos genera el no disponer de el, nos aumenta al vernos desbordados de minutos que disfrutar fuera de lo rutinario, lo pautado , lo agendado.

Pasamos de la burla a la situación de encierro al drama más absoluto por no saber qué hacer. Vivimos tan sobre-estimulados que no somos capaces de permanecer en nuestras casas, dotadas de todo tipo de comodidades, tranquilamente y disfrutando de tan solicitado y preciado tiempo para nosotros.

Y no soy una mujer de mediana edad que vive sola, soy una mamá que vive con sus dos hijas pequeñas cargadísimas de energía, que tienen una montaña de deberes que hacer cada día y que cuando se repartió la paciencia debía esta distraída… soy una mama que pasa todo su tiempo haciendo cosas, para ella y por los demás, es más, a veces peco de sobrecargar mi vida con millones de cosas, evitando así pararme a escuchar qué es lo que realmente necesito. Me sorprende descubrir que aún no hemos encendido la tele y que los whatsapp se acumulan en mi teléfono, ahora que es cuando más tiempo tengo, no lo tengo para estar tirándolo… curioso…

Veo a mis hijas en su inmensa inocencia y sabiduría, tienen claro lo que quieren, jugar, siguen teniendo poco tiempo para jugar, solas, con su hermana o con mamá… y es que es precisamente jugar lo que necesitamos los adultos. Es lo primero que sacrificamos, el tiempo de disfrute, el jugar, y eso a la larga nos pasa factura. Nadie se queja de pasar poco tiempo en el trabajo, nadie osaría a pedir más tiempo de atascos, de innumerables obligaciones domesticas o sencillamente nadie se quitaría más horas para dormir, nos quejamos de no tener tiempo para nosotros, pero es el primero que sacrificamos, porque al parecer eso no es prioritario.

Es posible que de este momento a cuatro o cinco días más, los 60 metros de piso se nos queden pequeños, la “terraza” de un metro cuadrado donde mis hijas han decidido tomarse el postre compartiendo espacio con las escobas y la lavadora también sea insuficiente… pero ¿qué sentido tiene ponernos a pensar en eso? Hace una semana no tenía tiempo, y ahora, lo tengo todo.

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Supongo que rendirse, NO ES UNA OPCIÓN

Supongo que rendirse, NO ES UNA OPCIÓN

Supongo, palabra que esconde el miedo, con aspecto de humilde, de hablar con la verdad que tenemos, nuestra verdad.

Supongo que para mí, rendirme nunca fue una opción, supongo además que todo aquello que he vivido conforma el vestido con el que me presento al mundo a día de hoy.

Supongo además que cada fracaso, cada caída, cada volver a empezar… solo ha hecho que ayudar a consolidar con más fuerza si cabe mi personalidad, mi persistencia y sobre todo mis ganas de superarme cada día.

Supongo que hoy es el principio de la que espero sea una larga historia de amor, con mis sueños, con mis alegrías, con mi hambre de crecer, con mis expectativas, con mi crecimiento personal, supongo que este es sin duda el principio de un gran amor, conmigo.

Supongo que el éxito radica en la capacidad de levantarte tras cada caída, en lamerte las heridas el tiempo justo y necesario para dar un paso al frente y seguir caminando.

Supongo que de tal palo, tal astilla, que todo aquello orgullosa veo en mis hijas viene del mismo lugar del que nacen los gestos menos agradables y los complejos espejos que me muestran

Porque supongo, que para convertirte en la mejor versión de ti mismo, necesitas conocerte, necesitas ayudarte, necesitas valorarte, cuidarte, amarte….

Para ser mi mejor versión tengo que dejar de suponer y empezar sin miedo a ser.

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Debería ser UN DERECHO y no UN LUJO

Debería ser UN DERECHO y no UN LUJO


Parece mentira que tengan que pasar estas cosas que estamos viviendo a día de hoy para poder disfrutar de algo tan sencillo y esencial como pasar “algo de tiempo con mis hijas”. Después de más de 6 meses viviendo la Anti Conciliación más brutal de mi vida profesional y de ver a mis hijas poco más que una hora por las mañanas para llevarlas al colegio, por fin puedo disfrutar de escuchar las preocupaciones de mi hija mayor y las fantásticas historias creadas en la pequeña cabecita de mi hija pequeña.

Vivir encerradas en cuatro paredes tanto tiempo por una cuestión preventiva nos está permitiendo disfrutar de lo que debería ser un derecho y no un lujo, que es en lo que se ha convertido para muchas madres que como yo han tenido a sus hijos para estar con ellos algo más del tiempo que se usa para dormir.

El despertador biológico de mi pequeña Carlota suena a la misma hora de todos los días, las 7:00 horas, pero se cuela al calor de la cama grande de mamá y puedo disfrutar de un par de horas más de sueño amenizada por las interminables historias que ya de buena mañana viene contando la ratoncita.

Amelia suele amanecer contenta si ha dormido más de diez horas, lo que quiere decir que por lo general se levanta malhumorada porque quiere dormir más… Disfrutar de un despertar silencioso y amoroso es una auténtica maravilla que estamos disfrutando estos días.

Me pregunto cuanto han aprendido mis hijas en todo este tiempo en el que solo las he visto para desayunar y para hacer actividades los fines de semana que compartimos juntas y en los que no tengo que seguir trabajando…

Carlota tiene una psicomotricidad fina que me ha dejado con la boca abierta esta mañana, sus dibujos ya tienen formas proporcionadas y los “monstruos” que dibujaba con cabezas grandes y palitos en las extremidades ya han dado paso a figuras proporcionadas con todas sus partes perfectamente diferenciadas.

Amelia pregunta a cerca de todo, quiere que le cuente todo lo que sé del virus, quiere que hablemos de las cosas que estoy aprendiendo en mis cursos,  quiere ayudarme en absolutamente todo lo que hago en la casa.

Cuando los niños son tan pequeños, crecen a una velocidad extraordinaria, y en solo unos días han ganado en vocabulario, expresividad y capacidades de todo tipo.

Casi había olvidado que nos encantan las rutinas hogareñas típicas familiares, recoger la casa, preparar la comida,  poner la mesa o fregar los platos,  hacer bizcochos o preparar macedonias. Tengo un pequeño grillo que se cansa en seguida de estas actividades y se dispersa en sus juegos de niña y una mujercita que me da lecciones extraordinarias de entereza y de pura realidad.

-              ¿Mamá estas triste o preocupada? No es lo mismo, cuéntame lo que te pasa…

-              ¿Ese problema tiene solución? Tú siempre tienes soluciones para todo…

Me gustaría decirle que no siempre tendré solución para todos los problemas que nos toquen vivir, ni encontrare todo lo que se pierda. Me gustaría decirle que no siempre se hacen cosas que nos gusten pero que hay que hacerlas para poder vivir y que espero que no me recuerde cuando sea mayor como una madre que no estaba cuando la necesitaban.

A veces necesitamos vivir situaciones que nos hagan enfrentarnos a una realidad que no veíamos, necesitamos ver de frente una persona que nos haga un espejo durísimo y que nos frene en seco para mostrarnos lo que no queremos ser.

Así es el ser humano… así de imperfectamente perfecto.

Seguramente en los próximos días andaré estirándome de los pelos porque han colmado mi paciencia, de la que no dispongo mucha, y estaré deseando irme  a  “Nunca Jamás” yo sola a estar en silencio… seguramente…

Pero hoy estoy tan feliz de poder disfrutar de este tiempo con ellas encerradas, siendo conscientes de que los recursos no son ilimitados, que hay que cuidar nuestra casa entre todas porque es donde vivimos, que todas tenemos obligaciones y tareas que hacer, que las rutinas se tienen que ver lo menos alteradas posibles a pesar del cambio.

Vamos a leer, bailar, saltar, disfrazarnos, trabajar… vamos a cocinar, hablar, negociar… en estos días vamos a compartir mucho más que tiempo en casa, vamos a compartir lo que no debería negarse a ninguna madre, la oportunidad de crecer con sus hijas, de vivir la familia tal y como la conozco y la viví en mi casa.

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Ser mujer, SER DONCELLA

Ser mujer, ser Doncella

Unen al periodo de la preovulación de la mujer el arquetipo de la doncella, por encontrarse en ese renacer post menstrual y por conectar con la esencia mas inocente y niña.

Dice la Wikipedia que se entienden los arquetipos como patrones e imágenes arcaicas universales que derivan de lo inconsciente colectivo y que son la contraparte psíquica del instinto. Dicen de ellos que son formas autónomas y encubiertas que se transforman una vez acceden a la consciencia y se les da una expresión particular por parte de los individuos y sus culturas.

Lo que para mi significa que son representaciones de algo que existe solo en las historias vinculadas a tradiciones, religiones y culturas.

Siempre me han llamado la atención los arquetipos, esas imágenes con aspectos de todo tipo, dioses mitológicos que parecieran bajados del mismísimo cielo o traídos de los mas profundos infiernos. Me apasiona el misticismo y la magia que encierran estas imágenes, estas representaciones.

Segunda semana del taller Nútrete para Nutrir de Gemma Cazorla.

Me intriga la forma en la que se crean esos escenarios llenos de cositas varias, cada una con un significado, cada una con un alma.
Los llaman altares, y gozan de ser lugares de veneración, que lejos de tener connotación religiosa, suponen crear un espacio lleno de flores de colores que recuerden a la naturaleza, inciensos de olores que te lleven a diferentes lugares, imágenes que te recuerden un tiempo pasado, y todo tipo de símbolos que ayuden a trabajar e inspirar la temática de ese día por el grupo de diosas que queden reunidas en un espacio determinado. Crear un altar es dar alma a un espacio físico, es llenar de magia una habitación de cuatro paredes, crear un altar es dar vida a la energía que sin duda se crea alrededor de este espacio. 

Parece cosa de santería y de nuevo me hago consciente de los prejuicios vertidos en torno a la creación de estos espacios cuando la verdad es que en mi casa tengo una habitación llena de atrapa sueños, hadas, luces tenues y olor a frutas del bosque. En mi casa he creado de una habitación de cuatro pareces, un autentico lugar lleno de magia en el que duermen mis hijas libres de pesadillas y de monstruos imaginarios.

Goza un rincón de mi salón de todas las obras de arte pintadas por mis dos artistas, un bambú metido en un sencillo jarrón de cristal de forma cuadrangular llena de piedritas de todos los viajes al campo que hemos hecho. Hay un pequeño peluche de cuando una de ella nació y un par de varitas mágicas con un cascabel del último cumpleaños celebrado… tengo la casa llena de pequeños altares que venero por el alma que tienen, por la vida que dan.

Con altar o sin el, con arquetipos mágicos o no, considero que no tenemos educación a cerca del ciclo de la mujer, al menos no la suficiente. En mi casa siempre se trataron los temas con total normalidad y confianza y aun así, oculté durante meses a mi madre haber tenido mi primer periodo.

Naturalizar, hablar, informar y tratarlo como cualquier otro tema que conforma nuestra sexualidad y nuestra vida como mujeres creo que compone uno de los pilares más importantes en el sano desarrollo de nuestras hijas.

Habla Gemma de la conexión que se crea entre madres e hijas en sus talleres para tratar el ciclo de la mujer y la primera menstruación de las niñas. Habla de hacernos mujeres conscientes que lideren de forma sana espacios seguros en los que compartir con las niñas que serán las futuras mujeres que formarán nuestra sociedad.

Como madre y como mujer tengo la necesidad de aprender a acercarme a mis hijas, de crear ese espacio de confianza y de libertad. Tengo la inquietud de poder sostener sus momentos de cambio, sus dudas en torno a su desarrollo. Como madre y como mujer quiero compartir con mis hijas el paso de niña a mujer viviendo libres al son del preovulatorio, al paso de la doncella.



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La Suerte

SUERTE.. ¿QUÉ ES LA SUERTE? ¿Todos la tenemos? La abundancia y el éxito en la vida ¿es una cuestión de suerte?

Hace algo más de 7 años coincidí en un plató de televisión en el que ejercía mi profesión como técnico audiovisual multitarea, con una experimentada mujer de cultura innegable que me formuló la pregunta, - Beatriz, crees en la suerte?- en primera instancia me pareció una pregunta trampa en la que se esperaba que contestase con un rotundo SI, la suerte depende del azar y el azar toca a algunas personas en momentos determinados. Recuerdo responder algo así como… - La suerte la creamos nosotros-

Yo misma me sorprendí de mi propia respuesta espontánea, supongo que cuando tienes interiorizado algo, sencillamente te sale solo sin pensar.

Creo ver la suerte vivir suelta en nuestra vida, pero a veces, vivimos demasiado cegados en nuestro propio sentimiento nocivo de negación de la realidad como para poder verla y darle valor. En esa desazón, en ese sentir de escasez, no hay lugar para que la suerte pueda hacerse presente.

La suerte esta en levantarte cada mañana y disfrutar cada oportunidad.

La suerte se esconde detrás de cada buena acción que haces por los demás.

La suerte está en las horas de esfuerzo para formarte y ser el mejor.

La suerte está en hacernos preguntas, en cuestionarnos lo establecido, en querer ser nuestra mejor versión.

La suerte está dentro de ti, y se proyecta en lo exterior.

La suerte solo podrá tocarnos si estamos dispuestos a ser transformados, solo podrá llegarnos si estamos en el lugar y tiempo adecuado, no hay mucho margen de error.

La suerte no llega si no es llamada

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Ser mujer, SER PODEROSA

"¿SOMOS CONSCIENTES DE TODO EL PODER QUE SUPONE SER MUJER?"

-Me levanto con una energía que podría cambiar el mundo, podría conseguir cualquier cosa que me propusiese.
-Me levanto empática, receptiva, soy diplomática y pongo en alza la frase – elijo ser feliz frente al tener razón –
-Me levanto y quiero estar sola, conmigo, introspectiva. No me apetece expresar y posiblemente todo lo que se me diga me parecerá regular o mal. En definitiva “no me aguanto ni yo”
-Me levanto y soy la aprendiz de hiervas más pro que conozco, dejo ir lo que no me aporta y me enfoco en mi parte mas espiritual

Me levanto, sea como sea, siendo mujer, y desde el más puro desconocimiento me aferro a la idea de que todos y cada uno de los días del mes, tengo que tener las capacidades pleno rendimiento para hacer todo lo que pretenda y se espere de mí. 
Y sí, seguramente sea capaz de llevar a cabo una creación, tener una reunión fructífera o ser lo suficientemente asertiva en cualquiera de los días que componen el calendario, pero eso no quiere decir que me esté escuchando, que me esté honrando como mujer.

Llego a esta conclusión cuando observo lo costoso que se me hace algunos días desempeñar algunas tareas que otros me salen de forma automático ligera. Observo que unos días podría mover una montaña y otros solo quiero hacerme bolita en medio de la nada. Observo que soy mujer y que tengo un ciclo que cuanto menos tengo que conocer.

Ha sido conocer a 
Gemma Cazorla y gracias a las sinérgias que vengo viviendo en mi vida últimamente que he descubierto la importancia del ciclo en la mujer y que conociéndolo es posible responder a todas mis preguntas a cerca de mis estados físicos, emocionales y espirituales.

Hoy he comenzado con un Taller Virtual maravilloso liderado por la Maestra Gemma, llamado 
Nútrete para Nutrir.

En este taller reúne las mejores enseñanzas recogida a lo largo de su extensa formación como Maestra Reiki, Doula, Moon Mother, Terapeuta Menstrual, Facilitadora de Círculos de mujeres y organizadora de Blessing Way entre otras… para que otras mujeres puedan acompañar nuevos grupos de mujeres y se cree una red maravillosa de mujeres poderosas que guían a otras mujeres a través de una serie de talleres y rituales enfocados a conocerse desde lo femenino. 

Hoy he dado los primeros pasos en un mundo hasta ahora desconocido para mi y que solo puede que aportarme empoderamiento, crecimiento y amor por mi feminidad en un ambiente íntimo y respetuoso.
Tengo el privilegio de formar parte de esta primera edición que ha sido un éxito desde su promoción hace unas semanas.

Con nervios y emoción escucho el primer audio sobre el contenido del taller que tendrá una duración de 4 meses y en el que formare parte de un grupo de apoyo a través del cual se compartirán músicas, rituales, meditaciones, documentos de trabajo y vídeos con las enseñanzas de la semana.

Ciclos, rituales, chamanismo, mujer diosa, mujer hechicera, espacio sagrado… son palabras que hace solo unos meses hubiese asociado a “brujería” (usada esta palabra con todo el amor y respeto del mundo), pues si de brujería se trata…
Bendita sea que me hace poderosa, conocedora de mi cuerpo, que me hace mujer cíclica, doncella, madre, bruja, hechicera. 
Bendita brujería que me hace MUJER QUE SE RESPETA Y SE HONRA

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Y entonces, sencillamente me rompí -1-

Me pareció ver la imagen de alguien, un hombre, al principio podía verle nítido, poco a poco empezó a desenfocarse frente a mis ojos, y entonces sucedió, escuche el primer grito y todo se rompió dentro de mi.

Aquello que estaba pasando era superior a mi capacidad de comprender, a mi fuerza de mantenerme lucida. Aquel lugar no me parecía seguro y aquella energía masculina a la que me aferraba no me quería escuchar.

Miedo, terror, autentico pánico. Estaba enfrentándome al peor de los sentimientos, el miedo, a una escala que desconocía podría sufrir.

Soy madre, conozco de primera mano porque lo he sufrido en mis carnes que las contracciones te llevan a un grado de dolor tan intenso que crees que tu cuerpo esta rompiéndose literalmente. Ser conocedora de tal dolor no mitigó aquel sentir interno que sufría.

No recuerdo cuanto tiempo pasó desde que todo se hizo oscuridad, no recuerdo cuantas veces repetí la frase – me quiero ir, sácame de aquí – 
Pero nadie me escuchaba y los gritos seguían atravesando mis sudadas manos aferradas a tapar mis oídos… 

Noté una mano en mi espalda, creo haber sudado por sitios que no imaginaba poder sudar, y una voz suave se coló entre tanto grito y consiguió llegar a mis tapados oídos y a mi aturdido cerebro. – Abre los ojos, está ahí, no estas sola, míralo, abre los ojos –