Ser mujer, ser Doncella
Unen al periodo de la preovulación de la mujer el arquetipo de la doncella, por encontrarse en ese renacer post menstrual y por conectar con la esencia mas inocente y niña.
Dice la Wikipedia que se entienden los arquetipos como patrones e imágenes arcaicas universales que derivan de lo inconsciente colectivo y que son la contraparte psíquica del instinto. Dicen de ellos que son formas autónomas y encubiertas que se transforman una vez acceden a la consciencia y se les da una expresión particular por parte de los individuos y sus culturas.
Lo que para mi significa que son representaciones de algo que existe solo en las historias vinculadas a tradiciones, religiones y culturas.
Siempre me han llamado la atención los arquetipos, esas imágenes con aspectos de todo tipo, dioses mitológicos que parecieran bajados del mismísimo cielo o traídos de los mas profundos infiernos. Me apasiona el misticismo y la magia que encierran estas imágenes, estas representaciones.
Segunda semana del taller Nútrete para Nutrir de Gemma Cazorla.
Me intriga la forma en la que se crean esos escenarios llenos de cositas varias, cada una con un significado, cada una con un alma.
Los llaman altares, y gozan de ser lugares de veneración, que lejos de tener connotación religiosa, suponen crear un espacio lleno de flores de colores que recuerden a la naturaleza, inciensos de olores que te lleven a diferentes lugares, imágenes que te recuerden un tiempo pasado, y todo tipo de símbolos que ayuden a trabajar e inspirar la temática de ese día por el grupo de diosas que queden reunidas en un espacio determinado. Crear un altar es dar alma a un espacio físico, es llenar de magia una habitación de cuatro paredes, crear un altar es dar vida a la energía que sin duda se crea alrededor de este espacio.
Parece cosa de santería y de nuevo me hago consciente de los prejuicios vertidos en torno a la creación de estos espacios cuando la verdad es que en mi casa tengo una habitación llena de atrapa sueños, hadas, luces tenues y olor a frutas del bosque. En mi casa he creado de una habitación de cuatro pareces, un autentico lugar lleno de magia en el que duermen mis hijas libres de pesadillas y de monstruos imaginarios.
Goza un rincón de mi salón de todas las obras de arte pintadas por mis dos artistas, un bambú metido en un sencillo jarrón de cristal de forma cuadrangular llena de piedritas de todos los viajes al campo que hemos hecho. Hay un pequeño peluche de cuando una de ella nació y un par de varitas mágicas con un cascabel del último cumpleaños celebrado… tengo la casa llena de pequeños altares que venero por el alma que tienen, por la vida que dan.
Con altar o sin el, con arquetipos mágicos o no, considero que no tenemos educación a cerca del ciclo de la mujer, al menos no la suficiente. En mi casa siempre se trataron los temas con total normalidad y confianza y aun así, oculté durante meses a mi madre haber tenido mi primer periodo.
Naturalizar, hablar, informar y tratarlo como cualquier otro tema que conforma nuestra sexualidad y nuestra vida como mujeres creo que compone uno de los pilares más importantes en el sano desarrollo de nuestras hijas.
Habla Gemma de la conexión que se crea entre madres e hijas en sus talleres para tratar el ciclo de la mujer y la primera menstruación de las niñas. Habla de hacernos mujeres conscientes que lideren de forma sana espacios seguros en los que compartir con las niñas que serán las futuras mujeres que formarán nuestra sociedad.
Como madre y como mujer tengo la necesidad de aprender a acercarme a mis hijas, de crear ese espacio de confianza y de libertad. Tengo la inquietud de poder sostener sus momentos de cambio, sus dudas en torno a su desarrollo. Como madre y como mujer quiero compartir con mis hijas el paso de niña a mujer viviendo libres al son del preovulatorio, al paso de la doncella.