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Ser mujer, SER MADRE

El arquetipo de la madre.

La madre, la amante, la fase ovulatoria o la luna llena…

Todas hacen referencia a ese momento en el ciclo de la mujer en que a mi modo de sentir, somos “mamá gallina” y no solo por que tengamos hijos, sino porque también tenemos madre, porque tenemos ese sentimiento tierno de cuidar a los nuestros.

Acompaña el curso de la semana un cuento maravilloso que adjuntaré narrado por la misma Gemma para que podáis inundaros de la mágia que contiene en sí mismo, más allá de creencias varias. El cuento es el de la mujer árbol. (Escuchar Cuento

Nos regala Gemma entre muchas otras reflexiones en su curso Nútrete para Nutrir, una canción final para reflexionar.

Esta semana será ahí donde me detendré, y en lo que me gustaría hacer hincapié. Soy madre, y bien podría detenerme en mi propia maternidad, pero escuché aquella especial canción y todo me indicó que de quien quiero hablar no es de mí como madre, sino de mí, como hija hacia su madre.

Me vienen recuerdos de la que creo ha sido una de las épocas más duras a nivel de desarrollo emocional, la adolescencia que viví, y no solo viví, sino que hice “padecer” a mis padres, en especial a mi madre.

Ahora, visto en la distancia, me avergüenza la idea de recordar que hubo un tiempo en que odiaba a mi madre, la odiaba profundamente.

Esa mujer que todo lo criticaba, que siempre hablaba en imperativo. Esa mujer que me cuestionaba, censuraba y que me hacia la vida imposible. Esa mujer que no era justa conmigo. No era yo tan mala malísima, ni tan rebelde, ni tan contestona y “respulera”… o eso pensaba desde lo más profundo de mis adentros. A pesar de todo siempre estaba ahí para mí.

Era, aunque no fuese consciente, una adolescente de manual, de riguroso manual, pero yo no me sentía así. Sentía que era una incomprendida y que a pesar de que a mis hermanas también se les exigían determinadas tareas de convivencia, las mías siempre eran más duras y estrictas… o eso creía. A pesar de todo siempre estaba ahí para mí.

Me escapé varias veces de casa, con la supervisión de mis hermanas, éramos una piña y a pesar de que no siempre estaban de acuerdo de las decisiones inmaduras que tomaba, siempre me apoyaron, me hice un piercing en el ombligo siendo menor y acudiendo sola y a escondidas a hacérmelo, eso supuso una grieta enorme en la confianza que se había depositado en mi, si es que alguna vez se confió en mí, o eso pensaba. A pesar de todo siempre estaba ahí para mí.

Creo que fui acumulando decepción tras decepción en mis padres, fui la primera en suspender un examen, la primera en repetir un curso, me fui a estudiar fuera porque quería bailar  y tiré un año entero a la basura a costa del esfuerzo económico que mi “capricho” suponía para mis padres, suspendí el carnet de conducir,  me casé joven y me divorcie a los dos años…  una joya…

Nunca entendí porque mis padres eran tan “censuradores”, no lo entendí hasta que me independicé, y eso fue pronto porque necesitaba salir de un lugar en el que no consideraba que se respetasen mis “derechos” ni “libertades”.

Maduré, y empecé a ver con perspectiva. Empecé a conocer el miedo que movía a mis padres a la hora de educar a sus hijas, entendí el dolor que cada fracaso que yo vivía también lo padecían ellos. Maduré y entendí cada uno de los pasos que dieron mis padres, que dio mi madre, todos y cada uno de ellos.

Ahora soy yo la madre y no creo saber hacerlo mejor de lo que lo hizo ella conmigo. Es más, espero que llegado el momento, sea yo la que tenga la entereza que demostró ella siempre frente a sus hijas en pro de que fuesen las mujeres que son hoy.

Es en buena parte gracias a ella que somos mujeres integras, responsables, amorosas con los nuestros, empáticas, luchadoras y sobre todo libres, somos mujeres libres, como siempre lo ha sido ella para nosotras y es ahí donde reside la grandeza de una madre para sus hijas.

A día de hoy sigo acumulando aprendizajes y éxitos en mi vida, sigo siendo la hija que arriesga para ganar, la que no teme a nada y sigue adelante, por un camino que aprendió del mejor ejemplo que tuvo, tiene y tendrá en su vida, su madre.



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