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Un Escudo y Una Espada



Si olvidas de dónde vienes, no sabrás dónde vas

Nos movemos en base a unos patrones establecidos y marcados a fuego en nuestro subconsciente, hacemos,  creamos, pagamos, viajamos, gestionamos y de nuevo hacemos, porque la vida adulta parece ser un cosido de hacer,hacer,hacer…

Tenemos claro que de no parar a buscar la coherencia en nuestra vida, el cuerpo acabará somatizando, y será este mismo el que te marque el camino al STOP, para ello hemos tenido que ir viviendo pequeños avisos… pero vamos por el camino haciendo caso omiso a los “ceda el paso”, porque tenemos prisa y mucho que hacer, y porque, además, creemos que sin nosotros en la rueda de la vida, el mundo se papará…

Me recuerda este símil de camino de vida a las carreteras de Madrid… si no te concentras en ver bien las indicaciones, y en saber interpretar las señales, acabas haciendo una media de 20 km extra en el camino y un puñado grande de nervios.

Pues bien, cuando te has dado de lleno con la señal de STOP, te bajas del coche y te sientas a ver como de destrozado has dejado tu vehículo, tu cuerpo… estás lejos de casa y todo lo que creías tener claro en tu mapa de ruta se ha ido volando.

“Recuerda quien eres” decía Mufasa a Simba en el Rey León mientras veían el horizonte y el cielo lleno de estrellas…

Busqué ese cielo lleno de estrellas con mi escudo, “Recuerda que tienes corazón de León”  y con mi espada, “eres más valiente de lo que ahora mismo te crees”, y allí me senté a esperar.

Estaba obsesionada con llegar a algún lugar lidiando una guerra sin ningún tipo de protección.

Como cada vez que, en mayor o menor medida, he caído… como cada vez que he perdido el sentido y la dirección… allí están esas dos almas que han decidido venir a compartir vida con la mía.

Desde que tengo uso de razón, las hermanas, mis hermanas, han formado parte de cada éxito, pero también de cada fracaso, y por ende, de cada paso que he dado en mi vida.

Dicen que los hermanos son las personas que más se parece a nosotros, y que si en algún momento dudamos qué es lo mejor para nosotros, hemos de mirar aquello que valoramos como exitoso en nuestros hermanos para al menos entender por dónde va la respuesta a nuestra pregunta. Es un juego de espejos, son las dos caras de la misma moneda. Por diferentes que sean las vidas de cada uno, por absolutamente irreverente que consideremos la acción o forma de vida del otro, eso está dentro de nosotros, bien como reflejo o bien como sombra.

A veces, parece que, a los “de casa” les haces menos caso que a “los de fuera”, y nada más lejos de la realidad, porque, en esencia, lo que realmente es capaz de llegarte dentro y hacerte encender una pequeña luz, es lo que viene de los “de casa”. Y viene para recordarte quien eres, de dónde vienes… y viene a darte un escudo y una espada para que, aun estando lejos, puedas contar con la fuerza y corazón que necesitas para enfrentarte a tu guerra.

 

Me esfuerzo cada día en que mis hijas cuiden la relación con su hermana y que estrechen su vínculo,  porque en la vida, cuando ya no te sirven los referentes que tenías, cuando sales del camino establecido y no sabes por donde continuar, cuando necesitas volver a tu centro, entonces, cambias la dirección de tu mirada y siempre, tienes a tus hermanas caminando al lado.

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1 año y 11 meses para aprender a dejarle


1 año y 11 meses para trascender el miedo a dejar a mi pareja.

Ya está, lo he conseguido, he conseguido trascender lo que he venido a aprender estando en pareja, al menos lo que a esta pareja respecta…

La función, labor o misión vital de mi relación de pareja ha sido culminada y llevada a cabo, he trascendido el miedo a estar sola, materializado en forma de amenaza y de conflicto de territorio.

Así de sencillo, así de complejo... cientos de horas de conversación, días enteros de reflexión y otros tantos de comprensión… además de un consumo cuantioso de la producción total de lágrimas.

Como si de un anuncio de los clasificados se tratase expongo:

Mujer desvalorizada y madre que biológicamente tiene la necesidad de completar su entorno familiar y de hogar, cansada de cubrir las necesidades de los dos roles se afana en crear la unidad con un hombre relativamente empoderado a través de la exigencia,  sin tener en cuenta los miedos y estado actual del sujeto…

Resultado: drama creado por una mente perfeccionista y llena de creencias limitantes, mente que insiste en exigir y no en proponer, en buscar fuera lo que falta dentro… mente, demasiada mente…

Poner mente a algo tan básico como el amor no lleva a ningún lado… bueno si… a la frustración  y a la anulación de la paz que por defecto tendría que venir de estar en pareja.

1 año y 11 meses jugando a intentar convencer al hombre de los dones y ventajas que ofrece vivir en pareja, de las maravillas que brinda compartir techo, y por que no, casi dos años de pretender engañarme diciéndome ( tal como lo plantea Antoni Bolinches ) que un kilo son novecientos gramos, y que para mí, esos novecientos gramos serian suficientes…

Me sorprende ver como soy capaz de estar cada vez mas despierta y a la vez con el ego más lleno y más hábil convenciéndome de mis propias poesías… la realidad es que mi Ser me repite que él no es lo que biológicamente necesito, él no es lo que mi estructura familiar necesita, él no es la persona que lleva el rol masculino en mi hogar, él no es ese ser merecedor de mi plena confianza, él no es lo que en definitiva quiero que sea…

Y no lo es porque para ser todas esas cosas, he de dejar el espacio suficiente para que lo sea, y como buena mujer desvalorizada no soporto la idea de que vengan a ocupar un lugar que perfectamente puedo cubrir yo sola, pero que en esencia no apuesto por seguir ocupando. Puedo hacerlo sola pero elijo compartir los roles.

Él no es todas esas cosas porque precisamente está conmigo por no serlo y porque, del mismo modo que yo lo necesito a él para trascender mis miedos, él me necesita a mi para trascender los suyos. Yo desde la no acción y él desde la acción.

A veces pienso que el día que se repartió el apego, yo estaba la primera en la fila, me apego a los objetos, los trabajos, las personas… pero me apego también a los recuerdos, a los sentimientos…  y me apego de una forma ansiosa que me anula la capacidad de ver con perspectiva las cosas que vivo, castrando la posibilidad de enfocar esa realidad…

Yo, yo, y otra vez yo… uso el yo para inflar mi ego, para jugar en cualquiera que sea la posición del triangulo dramático de Stephen Karpman, que como bien se alcanza a predecir y en palabras del gran Chaman Jordi López, sea cual sea la posición desde la que te muevas, siempre acaba en drama…

Uso el rol de salvadora para conseguir afecto y reconocimiento, el rol de victima para llamar la atención y por último, uso el rol de verdugo para conseguir a través de la imposición… para conseguir qué? Un drama que yo misma he implantado en mi cabeza y del que digo querer salir con la boca muy grande pero con el corazón escondido.

No basta con querer salir del drama y el victimismo porque no me dan lo que quiero, pido o necesito, básicamente porque nadie tiene nada que darme, nada que ofrecerme ni nada que quitarme. Hace falta un acto de valentía, coraje y de humildad para dar sin esperar, ofrecer sin pretender y amar sin reclamar…

Trascender el miedo al abandono, al rechazo y a estar sola, pasa precisamente por eso… por ser capaz de abandonar  a la persona que dices amar sin condiciones, en pro de escuchar a tu corazón, de respetar a tu ser por encima de todo y de todos, porque esta es la única forma de ir hacia adelante. Ahora bien, ese abandonar y seguir, ha de hacerse desde la paz, desde la tranquilidad y el amor a uno mismo…

Y es precisamente este el trabajo que llevo haciendo desde hace algo menos de dos años, aprender lo que ha venido a enseñarme esta maravillosa pareja, trascenderlo y saber decir adiós sin dramas y sin dolor… y hoy puedo decir que he dicho adiós a esa persona a la que amo con todo el alma pero que no es el rol masculino que quiero para mi familia hoy, he dicho adiós con lagrimas compartidas pero sin dolor, sin miedo.

Nos hemos abrazado y nos hemos mirado con ojos de absoluta admiración por el camino andado, con ojos del más puro agradecimiento por todo lo vivido…

Hemos cogido el coche y hemos continuado con el largo viaje de vuelta a casa después de unas vacaciones sencillamente extraordinarias llenas de momentos de complicidad, llenas de risas y de intimidad, momentos de autenticidad y de conexiones, de pasiones y de confesiones….

Dice un sabio conocido que las decisiones importantes se han de tomar desde la paz pero desde el entorno en el que se generan los conflictos que invitan a la resistencia y al crecimiento…

Si el problema es el miedo al abandono que viene representado en conflictos de territorio y estamos a más de 400km de  nuestras respectivas casas… entonces no hay problemas de territorio, ni realidad rutinaria, entonces no hay reclamos, no hay fricciones ni problemas… y desde ahí, desde ese estado el ser se relaja y el ego toma decisiones,  a todas luces erróneas.

El camino continua compañero de aventura, con un aprendizaje nuevo. Sigamos adelante con firmeza, con la complicidad que solo nosotros podemos tenernos y con ese amor tan grande que nos hace agarrarnos a la magia que las relaciones que están fuera de lo que nos hemos contado hasta hoy tienen para ofrecernos.